Durante la presente pandemia, los ingresos de la mayoría de las empresas se han visto severamente afectados, lo cual ha llevado a los empresarios a buscar opciones para reducir sus costos, a fin de garantizar la supervivencia del negocio, siendo la estrategia inmediata en muchos casos las del recorte de personal; si bien es una postura razonable, hay que tener en cuenta que los costos no son solamente económicos, sino también sociales. Con base en información del IMSS, se estima que de enero a abril de 2020 se han perdido 493 mil 746 empleos formales, por lo que claramente muchas empresas ya han tenido que tomar éste difícil camino.
Muy a menudo solemos considerar que una “empresa” se trata de sus instalaciones, oficinas o equipo, dejando de lado el papel que juega el capital humano e intelectual dentro de los activos, siendo éstos últimos, en muchos casos, el principal diferenciador respecto a la competencia. Después de todo, muchas empresas han adoptado esquemas de trabajo de home office actualmente y han mantenido sus operaciones, a pesar de carecer de dichos elementos mínimos de seguridad como protocolos, políticas, herramientas, entre otros , otrora considerados indispensables.
Muchas otras empresas pueden contar con el mismo software, oficinas o vehículos, pero el conocimiento y pericia de saber aplicarlo para ofrecer soluciones a los clientes de manera eficiente proviene de los colaboradores, su inteligencia, su conocimiento del negocio y su compromiso que componen la verdadera ventaja competitiva de una empresa.
El sacrificio de éste valioso capital intelectual y humano en pro de reducir costos a corto plazo, tendrá implicaciones negativas en el mediano y largo plazo, reduciendo las capacidades de operación de las empresas y sometiéndola en un futuro a atravesar una prolongada y empinada cuesta motivada por la curva de aprendizaje al contratar nuevo personal cuando la situación se normalice.
Por tanto, lo óptimo sería canalizar los esfuerzos e inteligencia del equipo de trabajo a proponer nuevos productos, servicios y esquemas de trabajo que les permitan mantener operaciones rentables; explotando los conocimientos y habilidades que el equipo de trabajo posee; las empresas son seres vivos, y conforme a las palabras de Charles Darwin: “Las que sobreviven no son las más fuertes, sino aquellas que mejor se adaptan al cambio”.
La adopción de esquemas de trabajo remotos (home office) puede implicar una reducción directa en los gastos fijos y administrativos, al no requerir que la mayoría de los empleados estén físicamente en las oficinas, gastando electricidad, agua e insumos de oficina, entre otros; al igual que una reducción de costos de traslado y tiempo relacionado para todos los miembros de la organización. Adoptar modelos de envío de productos directo a domicilio a través de aplicaciones o páginas web ha resultado también como una opción para mantener o generar ingresos sin tener que operar un espacio físico en negocios como restaurantes o librerías.
Ofrecer contenido para consumo online, como talleres, webinars o cursos también ha sido una excelente manera en la que instituciones educativas se han mantenido presentes, sin incurrir en el costo de un espacio físico, renta de equipos, mobiliario y/o alimentos. Por último, también es importante mantener presencia en las redes sociales, pues actualmente el consumo de estas (el tiempo invertido en ellas) es aún mayor de lo que solía ser hacer antes de esta contingencia.
Brindar contenido diverso a través de estas plataformas es una necesidad para mantenerse presente en la mente de los consumidores hoy más que nunca.
No hay una sola estrategia probada ni un camino único marcado para la supervivencia de las empresas en este entorno tan incierto que vivimos actualmente, pero la innovación, la adaptación y la creación de nuevas ideas por parte de los equipos de trabajo serán los principales aliados para que su negocio permanezca.
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