La irrupción del Covid19 como emergencia sanitaria mundial obligó a muchos patrones a acelerar la implementación del home office como medida de prevención al esparcimiento de la enfermedad causada por el virus.

Aunque el home office es un modelo de trabajo que lleva varias décadas funcionando en el mundo empresarial, apenas se empezó a regular en la Ley Federal del Trabajo mexicana en 2019. Para el 21 de junio del año pasado, apenas 2 de cada 10 empresas tenían la capacidad de realizar con éxito la transición de un modelo de trabajo presencial a un modelo mixto que permite a miles de trabajadores no asistir a una oficina.

La pandemia provocada por el COVID19 obligó a muchas empresas a comprimir el proceso ideal de implementación del trabajo remoto, que implica evaluar todos los componentes para garantizar la productividad de la empresa, diseñar los nuevos procesos de operación y la puesta en marcha de forma exitosa. En un mundo ideal, este proceso dura unas cuantas semanas y con la paralización de los diferentes mercados, se tuvo que hacer en cuestión de días con diversos resultados.

Aún así, de acuerdo a un estudio de la empresa PWC el 64% de los CFO’s mexicanos cree que el modelo de home office será permanente ya que tiene impactos positivos en la productividad de los empleados y contribuye a disminuir hasta en un 30% de los costos de operación. ¿En que posición estás ante esta situación?

Aparte de los beneficios económicos que mencionamos, existen varias ventajas que tiene el adoptar el home office en cualquier organización. La primera es que permite la flexibilidad y la colaboración entre diferentes equipos de trabajo, gracias a diferentes herramientas tecnológicas, entre las que se cuentan la edición de archivos en línea, acceso a diferentes repositorios de conocimiento e incluso, las aplicaciones de videoconferencias y mensajería instantánea, que apelan a la confianza entre todos los integrantes.

Este modelo permite también relajar la presión que se suele conseguir en diferentes ambientes de trabajo.

Así como los siguientes beneficios:

Ahorro en tiempo. El home office reduce tiempos de traslado, lo que libera de 2 a 3 hrs. en beneficio del colaborador.

Mejora en la calidad de vida. Ya que a los colaboradores tendrán mayor disponibilidad de tiempo para el desarrollo de actividades personales y familiares permitiendo una mayor posibilidad de equilibrar su trabajo con su vida y esparcimiento.

Mayor productividad. Existen estudios donde se reportan incrementos en productividad de hasta 13% en diferentes empresas. Este resultado es debido a que muchos colaboradores se enfocan en brindar resultados y objetivos medibles. Brindando confianza y garantizando la eficacia de su trabajo.

Menor rotación y ausentismo. A través de una mejora en la percepción de los trabajadores de la propia empresa. Al ser un beneficio, los trabajadores tienen mayor empatía y “se ponen mejor la camiseta”.

Para la investigadora Erika Villavicencio Ayub, el reto fundamental a batir es la toxicidad de los ambientes de trabajo para la implementación con éxito del home office. Es decir, que todavía existe la creencia de que los adictos al trabajo son los mejores empleados y que debes estar conectado 24/7 y los modelos nocivos de liderazgo que se basan en el miedo a perder el trabajo.